No
saber hacer la lista del supermercado. Sería de mucha ayuda que tu mamá o quién
hace las compras en tu casa te ayudara con la primer lista, en verdad a mi me
pasó que compré jabón para trastes pero no la esponja o carne pero no aceite,
aunque no deja de ser divertido darte cuenta que a veces tu prioridad suelen
ser chocolates o papitas.
Lavar
la ropa con detergentes equivocados o no calcular la cantidad. Tal vez no se de
derrama la lavadora con espuma pero lo que sí es seguro es que jamás te queda
igual de bonita la ropa como cuando tu mamá la guarda en casa por ti.
Comer,
comer, comer y subir de peso cuando nunca te había pasado. Estando de
intercambio descubres sabores nuevos, postres, pastas, pizzas y no paras de
querer probar todo y ¿el resultado? Por supuesto, unos kilitos de más, que
sabes que a tu regreso bajarás con un poco de dieta y ejercicio, pero no dejas
de ver tus fotos, al inicio y al final del intercambio, tus selfies ya delatan
todo lo que comiste.
Comunicarte
a “señas”. Si escogiste un intercambio donde las clases son en inglés pero el
país tiene otro idioma, de verdad que te vuelves experto en hacer las clásicas
señas de: ¿Cuánto es? ¡Gracias! Por favor ¿Me da permiso de pasar? Y la más
divertida es cuando te hablan, no entiendes nada y no sabes ni siquiera decir
“No hablo en su idioma”
Extrañar
a tu familia. Llega el momento en el que extrañas tanto a tu familia que hasta
pides hacer skype con tus abuelitos o con las tías que jamás hablas, compras en
el supermercado los ingredientes “mexicanos” que vendan y organizas una cena
mexicana para platicarle a tus nuevos amigos de cómo es tu vida en México.
Y podría seguir pero la verdad es que cada intercambio académico
lo vivimos diferente, pero estoy segura que todos hemos pasado por esto y si tu
aún no haces tú Movilidad Académica ¿Qué estás esperando? Inscríbete en
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Los puntos de vista expresados
en este artículo son responsabilidad del autor y no necesariamente
representan la posición de la Universidad Del Pedregal.
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